Por: Jorge Armando Piedrahíta Cabrera
No quiero ser aguafiestas, pero colocar una bandera de Colombia en el perfil de la red social preferida cada vez que el calendario señala que es 20 de Julio o 7 de Agosto, no nos hace buenos colombianos, ni hace que verdaderamente queramos nuestra tierra. Tampoco lo hace izar por la ventana o por la terraza nuestro Pabellón Nacional. Mucho menos, ponernos la mano en el pecho cerca del corazón cuando juega nuestra selección, que en aras de la justicia no debería entenderse que estamos hablando solo de fútbol, porque la mayoría de veces se nos olvida que existen otros deportes quizá más representativos de nuestro país, como el ciclismo, el atletismo, la lucha, las pesas, la gimnasia, el boxeo, el beisbol, el patinaje, el microfútbol o, por qué no decirlo, más autóctonos como el tejo o el descenso en carros esferados o de balineras. Y eso que no nombramos los juegos tradicionales como las canicas (bolas), el trompo, las cometas, el tarro, yermis, cinco huecos, mayor pared, y los más conocidos como la lleva, ponchados, soldado libertador (a propósito de la celebración patria), rejo quemado, escondidas americanas, la golosa y saltar lazo, entre muchos otros.
Querer la tierra es tener sentido de pertenencia, reconocer nuestra identidad, valorar nuestras tradiciones, recordar nuestras costumbres, y, sobre todo, aceptar a nuestros antepasados, los nativos indígenas, a quienes hoy, si es que nos encontramos uno en el camino, llámese kogi, arhuaco, wayuu, guambiano, embera, ticuna, etcétera, lo miramos con desdén, con curiosidad o con lástima.
Y es que hablar de emancipación, es hablar de un pasado reciente, porque si hacemos bien las cuentas, apenas hace 213 años que éramos La Nueva Granada y desde aquel Grito de Independencia que nos dio la tan anhelada “Libertad” y escribo la palabra entre comillas y con mayúscula inicial, porque, apenas hace un poco más de dos siglos que vivíamos en un virreinato, sometidos por las decisiones de la monarquía, por el poder de la iglesia Católica y por el apoyo que los grandes mercaderes ibéricos y criollos de aquella época, le daban a la corona española.
El dominio de los grandes hacendados y terratenientes desde tiempos de La Colonia, no se hizo esperar en tiempos de La República, y en su evolución y el inevitable paso del tiempo, transformó a los opresores en ciudadanos de primera categoría que en la actualidad se hacen llamar industriales y empresarios. Obviamente estoy hablando de quienes ostentan el poder desde su riqueza, y que confabulados en los llamados grandes grupos económicos de la Colombia de hoy, manejan como títeres a los políticos burgueses y corruptos, que sólo se preocupan por su bienestar y calidad de vida, la de sus familias y la de sus cinco generaciones venideras.
Cómo ser un buen colombiano
Si en realidad usted quiere ser un buen colombiano, trate de ser un mejor ser humano cada vez, más tolerante, más amable, buen hijo, buen padre, buen hermano, buen amigo, buena persona, sin egoísmos, sin discriminaciones, sin creerse más que los demás, sencillo, cooperativo, servicial, compasivo, alegre, trabajador, proactivo y muy respetuoso del otro: no hable mal de su vecino, no sea envidioso, no sea chismoso, sea generoso, sea cordial, sea educado y procure la buena crianza de sus hijos, sea responsable, sea puntual, sea caballeroso, ceda la silla azul o roja o multicolor en el Transmilenio, respete a sus padres y a su compañera o compañero de vida, y sobre todas las cosas, ame a Dios si cree en Él, pero también ame la naturaleza que es nuestro recurso de vida: no bote basura a la calle, no desperdicie el agua, no malgaste la energía, camine más, contamine menos, monte en bicicleta, sonría muchas veces más al día, procure no hacer mala cara, piense y actúe con asertividad y positivismo. Ame más y odie menos.
Ser un buen
colombiano es querer conocer los paisajes de nuestra tierra, antes que querer tomarse
una 'selfie' con la torre Eiffel o la estatua de La Libertad como fondo. Hable
bien de las cosas buenas que tiene nuestro país: de la cordialidad y calidez de
nuestra gente, de la variedad de pisos térmicos, de la diversidad de puntos
geográficos para vivir y visitar que tiene Colombia y de los innumerables y
espectaculares sitios turísticos.
Cuéntele a sus conocidos acerca de nuestra inmensa y maravillosa variedad de fauna y de flora; de nuestras hermosas artesanías, de los diferentes ritmos musicales, de nuestras lindas mujeres, de los diferentes platos típicos y de la gastronomía criolla, de nuestros campesinos, de nuestros productos agrícolas, de nuestras diferentes razas y dialectos, en fin, de todo nuestro folclor, además de nuestros personajes más destacados, entre quienes se cuentan artistas, deportistas, escritores, médicos, científicos e intelectuales.
Esto es lo más destacado de Colombia:
Por favor, que no se nos olvide nunca hablar bien de toda nuestra cultura. Aquí tenemos una muestra de las muchas cosas buenas que tiene Colombia, y que sólo las reconocemos o las extrañamos cuando estamos fuera de nuestro bello país:
Música colombiana: la cumbia, el porro, el torbellino, el joropo, el mapalé, el vallenato, el currulao, la guabina, el bunde, la champeta, el calypso, el bambuco, el pasillo, el sanjuanero, la chirimía…
Platos típicos colombiana: bandeja paisa, ajiaco, sancocho de gallina, tamal, lechona, mute, cocido boyacense, la pepitoria, la picada, la carne a la llanera, la sopa de mondongo, la sopa de ajiaco, la picada, la arepa de huevo, el cholao, el champus, la hormiga culona, el manjar dulce, la arepa, el bocadillo beleño, el masato, la chicha, caldo trifásico…
Frutas colombianas: borojó, guayaba, pomarrosa, papayuela, tomate de árbol, uchuva, carambola, tamarindo, breva, chontaduro, pitaya, freijoa, chirimolla, guama, granadilla, maracuyá, lulo, zapote, mamoncillo, guanábana, piña, mango, mora, durazno, pera, manzana, frambuesa, banano, aguacate, cacao…
Fauna colombiana: cuyes, micos Tití, colibrís, tinguas, chigüiros, dantas, hormigas santandereanas, salamandras, escarabajos, garzas, águilas, tortugas, babillas…
Flora colombiana: orquídeas, rosas, lirios, claveles, girasoles, hortensias, alstroemerias, crisantemos, geranios…
Árboles colombianos: palma de cera, guaduales, eucaliptus, sauces, cedros, robles, pinos…
Sitios turísticos colombianos: Castillo de San Felipe, el desierto de La Tatacoa, la piedra del El Peñón, las minas de sal de Zipaquirá, Caño Cristales, el puente de Boyacá, La bahía de Santa Marta, la represa de Prado, el nevado del Ruiz, el nevado del Tolima, el nevado del Cocuy, la sierra nevada de Santa Marta, el parque Tayrona, las fincas cafeteras, los ingenios azucareros, la virgen de Las Lajas, el parque del Café, Río Claro, El Parque Nacional de Chicamocha, el cabo de la vela, Las playas de Islas del Rosario, Coveñas, Barú y Tolú…
Productos agrícolas de exportación colombianos: el café, el plátano, el banano, el oro, la esmeralda, el carbón, el petróleo, la sal, el azúcar, el cacao…
Escritores y poetas: Gabriel García Márquez, Germán Castro Caycedo, Álvaro Mutis, Eduardo Carranza, María Mercedes Carranza…
Pintores y escultores: Fernando Botero, Alejandro Obregón, David Manzur…
Deportistas: Martín Emilio ‘Cochise’, Rodríguez (ciclista), Antonio Cervantes ‘Kid’ Pambelé (boxeador), Helmut Bellingroth (tirador al blanco), Ximena Restrepo (atleta), María Isabel Urrutia (pesista), Willington Ortiz (futbolista), Pablo Restrepo (nadador), Álvaro Mejía, Víctor Mora, Domingo Tibaduiza y Silvio Salazar (atletas), Alonso Zapata (ajedrecista), Guillermo León Botero y Luz Mery Tristán (patinadores), entre muchos otros de destacada actuación…
Profesionales e intelectuales: Manuel Elkin Patarroyo (médico científico), Rodolfo Llinás (Neurólogo y científico), Artur Abella (periodista e historiador)
Por favor, ayúdenme a aumentar los ejemplos de las cosas maravillosas y los grandes personajes que tiene nuestro país.
jorgearmandoperiodista@gmail.com