sábado, 9 de agosto de 2014

HAY VARIAS COSAS QUE NO ME GUSTAN DEL FÚTBOL

Por: Jorge Armando Piedrahíta Cabrera

A propósito del Mundial de fútbol que acaba de terminar, y luego de varios pensamientos que se me cruzaron por la cabeza durante el desarrollo de algunos partidos, llegué a la conclusión de que en realidad hay varias cosas que no me gustan del fútbol, quizás la mayor de las pasiones deportivas de mi vida.

La primera de ellas es que no sé por qué razón, a la Federación Internacional del Fútbol Asociado, Fifa, supongo que por influencia y con algún grado de responsabilidad por parte de varios clubes y federaciones, les ha dado por cambiar su indumentaria tradicional, es decir, sus uniformes, lo que desde el punto de vista histórico le resta emoción a los enfrentamientos, pues en el caso particular, me acostumbré a ver a los equipos de una forma, y si se presentan en la cancha vestidos de otra manera pues como que no se disfruta igual. ¿Recuerdan el uniforme de Argentina hoy durante la final del Mundial? Me parece un adefesio que la camiseta albiceleste se tenga que modificar por capricho de unos cuantos. La pregunta obligada luego de cualquier explicación al respecto es: ¿y entonces cómo hacían hace 40 o 50 años…? ¿El árbitro no distinguía a unos y otros, o qué…?

Eso me recuerda la vez que le cambiaron el uniforme a Colombia. La verdad es que yo disfrutaba el color zapote de la camiseta con la banda cruzada del tricolor nacional y con la pantaloneta negra y las medias blancas; o el segundo uniforme, completamente blanco con la misma banda cruzada. Pero a algún creativo le dio un día porque nuestro uniforme debía ser Amarillo, azul y rojo, rompiendo con la tradición, a razón de que este combinara con la bandera nacional, aunque ello implicara parecerse a Ecuador. ¿No les parece eso aburridor en la actualidad? Incluso ha habido ocasiones en que nos parecemos a Brasil cuando este juega con camiseta amarilla y pantaloneta y medias blancas. Cuando Colombia juega con camiseta azul, ocurre algo similar. A mí eso realmente me aburre. El rojo de la camiseta de Colombia fue bonito en Italia 90, pero hasta ahí no más. La gente, aunque se sienta moderna y haya comprado ‘la escarlata’ producto de la euforia del Mundial, no creo que realmente se sienta identificada con dicho color.

La segunda cosa que no me gusta del fútbol, como quiera que alguna vez jugué al fútbol aficionado, en realidad a veces lo sigo jugando, fue como consecuencia de algo que yo considero que fue una ilógica decisión: ¿no sé a quiénes y en qué estado mental?, se les ocurrió acabar con la magia del 'chanfle', especialmente en los tiros de esquina, lo que obliga ahora a los jueces de línea a dar por finalizada en saque de meta, lo que pudo haber sido una jugada maravillosa que como un centro sale de la cancha pero por el aire, es decir, sobrepasa la línea demarcada y luego vuelve y entra al campo de juego, también por el aire, producto de ese 'chanfle' que también es conocido en algunas partes del país, como ‘comba’. Creo que esa mala decisión que tomaron en su momento, varios miembros de la Fifa, ya hace varias décadas, deberían devolvérsela al fútbol, por el bien del espectáculo. Es una magia y una alegría que algún día debería regresar.

La tercera cosa que no me gusta del fútbol, tiene que ver con las continuas controversias y discusiones sobre si hubo o no fuera de lugar. Muchas veces, por no decir la mayoría de ocasiones, los árbitros se equivocan, y obviamente la disculpa es que son seres humanos, con virtudes y defectos. También se ha hablado por años, de la compra y venta de partidos en los que muy seguramente ‘el fuera de lugar’, ha tenido mucho que ver. Yo propongo que se elimine dicha sanción, lo que redundaría en la consecución de muchos más goles por parte de cada equipo que disputa un partido. Al no haber fuera de lugar, habría más celebraciones y los partidos durante los 90 minutos no terminarían 0-0, como en la reciente semifinal de la Copa Mundo Brasil 2014, entre Argentina y Holanda, o la gran final de Alemania Vs. Argentina.

Muchos detractores de esta idea, podrán decir entonces que, de aplicarse esta medida, muy seguramente se multiplicarían como hormigas los llamados ‘palomeros’ o ‘pescadores de área’; pero si eso contribuye a que haya más goles, cuentan con mi voto. Prefiero eso, a los aburridores empates o las definiciones por ‘fusilamiento’, conocidas como ‘disparos desde el punto penal’. Recordemos que esas ‘definiciones’ no son penales, porque para que se puedan denominar como penas máximas, deben haber sido producto de una jugada previa que se constituya como falta dentro del área, y dichas definiciones no son consecuencia de ello, sino sólo para definir un ganador.

Otra cosa que me molesta mucho del fútbol, tiene que ver con la proliferación de vándalos, que ocultos detrás de una camiseta y de su autodenominación de hinchas, hacen de esta fiesta deportiva, un escenario de violencia, sangre, y en muchas ocasiones, de muerte. He visto a familias enteras alejarse de los estadios por causa de los desadaptados, que, creyéndose dueños de la verdad, se ahogan cada vez más en el mar de la ignorancia, cuando confunden una afición, un gusto o una preferencia por un equipo de una ciudad o de una región, con un campo de batalla, donde aquel que opina diferente es su enemigo, y por ende hay que ‘eliminarlo’. Una cosa es ser aficionado o incluso hincha, y otra muy distinta es ser fanático irracional.

Recuerdo aquellos grandiosos tiempos en Colombia, cuando en las tribunas se veían disfrutar a los hinchas de unos y otros equipos que iban a acompañar a sus clubes de predilección, en un contraste multicolor de camisetas, sin el riesgo ni el peligro que ello representa en la actualidad, especialmente en una ciudad cosmopolita como Bogotá, donde confluyen y cohabitan personas de diferentes partes del país. El mejor ejemplo de que sí se puede convivir con los rivales, lo pudimos ver recientemente en el Mundial Brasil 2014.

En Colombia es muy común ver que una pareja de amigos, novios o esposos que siguen o alientan a equipos de fútbol que son rivales entre sí, lo cual no los hace enemigos, pero lamentablemente muchos irracionales no lo han querido entender así, especialmente los menores de edad, y han obligado a los amantes del buen espectáculo a verlo por televisión o a esperar ocasiones especiales, como el Mundial Sub 20 que se hizo en nuestro país, y donde las estrictas medidas de seguridad permitieron incluso, retirar las mallas protectoras que anteriormente le impedían al aficionado visualizar con mayor tranquilidad las acciones de los partidos.

Tampoco me gustan los llamados ‘hinchas de títulos’, aunque respeto su decisión, de nacer, vivir y beneficiarse de una ciudad, y a cambio, gustan, aman y en ocasiones sufren, por equipos de otras regiones o lugares, sin ninguna vergüenza, menoscabando todo sentido de pertenencia e identidad cultural, convirtiendo los diferentes lugares en territorios de nadie, sin valor propio ni idiosincrasia y contribuyendo a desarrollar aún más hábitos de desinterés. No hablo ni mucho menos, de hacer apología a regionalismos ni a distintas formas de discriminación, ni racismos ni sectarismos. Hablo del amor por el fútbol con algún sentido de ubicación sentimental y de procedencia. No culpo a quienes, por ejemplo, tienen padres antioqueños cuyos hijos nacieron en Bogotá, pues el sentido de la procedencia pudo haberlos inducido a preferir a los equipos de aquella región. Me causan desconfianza, quienes, teniendo toda una tradición cultural de un lugar en particular, prefieren lo hecho en otro lugar; y en el caso del fútbol, motivados quizás por los títulos de algunos clubes, la fama reciente o el estar de moda por diferentes razones, desconociendo lo propio, lo auténtico y lo original. Sin embargo, allá cada cual.

Tampoco me gusta que se organicen eventos de diferente índole en los estadios, los cuales fueron creados obviamente para el desarrollo de actividades futboleras, en particular, sí y sólo sí, si se ve comprometida la gramilla de las canchas. Se ha comprobado que, a pesar de las medidas de protección de los gramados, especialmente durante los conciertos, estos siempre sufren alguna clase de deterioro, lo que luego redunda en la calidad de un partido de fútbol por el mal estado de la cancha. Si se montan espectáculos donde la gente puede disfrutar cómodamente desde las tribunas, perfecto; pero sé que eso no le agrada mucho a los empresarios o algunos seguidores, a quienes en cambio les gusta tener a disposición los famosos lugares VIP.

Hay muchas otras cosas que no me gustan del fútbol, como por ejemplo las celebraciones exageradas con muertos incluidos, algunas veces por situaciones como arrojarle en los ojos harina o agua a personas desconocidas, y sus consecuentes reacciones sin ningún grado de tolerancia. Me cansan los periodistas ruidosos en busca de fama, que aprovechan los medios de comunicación donde trabajan, para despotricar’ o soslayar la imagen de una persona o institución. Tampoco me agradan los personajes negativos que piensan que siempre van a perder y oscurecen el ambiente de fiesta en torno al fútbol; al igual que los que creen que todo es cuestión de suerte.

Quisiera lejos del fútbol a todos los empresarios y dirigentes corruptos, que utilizan dineros mal habidos en el desarrollo de las competencias deportivas en las que involucran a árbitros y jugadores. Ni para qué hablar de los ejecutivos que sólo piensan en su beneficio económico y juegan permanentemente con la ilusión de una afición. Detesto la proliferación de revendedores producto de la desorganización administrativa alrededor del tema del fútbol. En fin, son muchas las cosas inadecuadas que lamentablemente opacan el ambiente que debe rondar ‘el mejor espectáculo del mundo’, como rezaba el título y el eslogan de un programa deportivo de antaño.

Si del Mundial 2014 tuviera que hablar en particular, serían muchas cosas las que tendría que decir, en lo que se relaciona directamente con el fútbol, es decir, no me importa si la inauguración no presentó a las llamadas ‘garotas’ para que más de uno ‘alimentara el ojo’, tampoco voy a hablar de si Shakira cantó bien o no en el acto de clausura, ni de los periodistas son buenos o malos por vivir criticando a sus semejantes, en especial al profe José Pékerman.

Diré simplemente que no estoy de acuerdo en que, a Argentina, como premio de consolación le hayan dado el nombramiento de Messi como el mejor jugador del mundial: ‘Balón de Oro Brasil 2014’. Tampoco en el manejo arbitral que se vio a lo largo del campeonato, y en especial, obvio, soy colombiano, pero no ciego: el partido Brasil Vs. Colombia, considerado por los expertos como un ‘robo descarado’. Al final, no sólo fue eso que llaman la justicia divina, sino los propios resultados de Brasil, los que mostraron claramente cuál selección tenía más fútbol y debió estar en las instancias finales, lo que de hecho hubiese evitado el ‘oso’ que hicieron los pentacampeones. Pero el manejo deportivo a veces es así, y por eso a mí no me gustan este tipo de cosas.

Nunca estuve de acuerdo en que convocaran a Yepes, Perea, Mondragón y Macnelly. El único de ellos que finalmente quedó fue Yepes, por fortuna para el país, y con su buen rendimiento a lo largo del certamen de paso me calló la boca. Estoy seguro que los otros tres no hubiesen dado 'pie con bola'. Incluso, me pareció parte del circo aquello del registro histórico de Mondragón como jugador más veterano en participar de un Mundial, pues realmente me parece más meritorio el récord anterior del delantero camerunés Roger Milla, quien a los 42 años representó a su país como titular, y además mostrando un gran nivel de juego. Recuerdo que precisamente fue él quien nos amargó la vida en cuartos de final cuando le robó un balón a Higuita y nos marcó el primero de los dos goles que esa tarde de julio de 1990, convirtiera el africano; lo que a la postre nos eliminó del mundial. Los cinco minutos de Farid en 2014, ingresando a la cancha para ganar ese récord, son sólo un dato, una estadística. Lo de Milla, es una leyenda para su país.

Obviamente hay muchas otras cosas que no me gustan de lo que he visto en el fútbol, aunque son más las cosas buenas que hacen que ame cada día más a este deporte y que crezca mi pasión. Quienes realmente saben del tema y ven y analizan el fútbol sin vanidades ni orgullos, saben que en muchas cosas tengo razón, y aunque el debate queda abierto, recuerden que sólo se trata de mi humilde opinión.

Gracias.